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Henry Romero

Una explosión de Gracia

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“Acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.”  1 Tesalonicenses 1:3

Foto: Stuck in Customs

A medida que leemos el primer capítulo de la primera carta a los Tesalonicenses, el Señor nos permite ver como esta iglesia experimentó una “Explosión de Gracia”.  El mismo apóstol Pablo hace una descripción excepcional de las bendiciones que el Señor derramó en la iglesia de tesalónica y como fue transformada por su Poder y su Gracia.

La fe que obra, Amor que actúa y la esperanza que perdura, eran el baluarte de estos hermanos.  El Señor realizó una transformación increíble en las vidas que conformaban esta iglesia.  Al igual que Corinto y otras ciudades portuarias, tesalónica era conocida por su baja moralidad, sin embargo la gracia de Dios se derramó y estos hombres y mujeres que eran conocidos por sus malos hábitos se habían convertido en ejemplo para los creyentes en todas partes.  Pablo dice en 1Ts 1:8 “en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada.”

Un buen testimonio tiene el poder de sobrepasar las fronteras y llegar a ser más poderoso e influyente que nuestras palabras más elocuentes.

Pablo no está hablando de una iglesia llena de dones sobrenaturales, no habla de hablar en lenguas o sanar enfermos, habla de hermanos con una fe apasionada que los llevaba a obrar, de un amor tan grande que los llevaba a trabajar incansablemente y todo esto basado en la esperanza inquebrantable de que algún día estarían cara a cara con el Señor que los salvó.

El nombre del Señor es glorificado cuando su gracia se derrama, el más grandes milagros es contemplado cuando hombres y mujeres se convierten “de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” (1Ts 1:9-10)

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