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Reflexiones

Sabiduría y Fe

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Ya que… el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.1 Corintios 1:21.

El profesor H. de Copenhague era un científico del siglo XIX, cuyas convicciones ateas eran oídas por muchos. Luego de grandes pruebas, él escribió en el prefacio de la segunda edición de una de sus obras: «Con tristeza recuerdo la época en que empezaba a escribir este libro. No preveía las desdichas que iban a caer sobre mí. Los problemas de la vida, el duelo y el sufrimiento quebrantaron mi alma; y el fundamento sobre el que edificaba mi vida resultó ser inconsistente. Sólo tenía fe en la ciencia humana y me imaginaba que tenía respuesta a todos los problemas. Esto no era más que una ilusión. La ciencia no podía consolar mi corazón destrozado. Entonces busqué el socorro en Dios y él supo darme la paz. Sin negar a la ciencia el campo que le es propio, ella tomó en mi vida un lugar diferente al que había ocupado antes».

Inconsolable en su pena e impotente ante la muerte, este profesor no halló socorro en su ateísmo. Su concepción de la muerte como destrucción del hombre se había derrumbado. Entonces se volvió a Dios, quien le dio la paz de la conciencia y del corazón.

¿Conoce usted esta paz? Para buscarla, no aguarde al día de la prueba o de la muerte. Dios se la ofrece hoy.“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).